Los reality me enseñaron a cómo vivir

En las siguientes letras se propone una redefinición de lo qué sucede y entiende del fenómeno que supone los reality show; de cómo un ciudadano de a pie saca sus propias conclusiones de la razón y vivir humano.
Durante el mes de enero de 2003 la televisión chilena nos hizo testigos de un verdadero experimento humano a nivel mediático. Así “Protagonistas de la Fama” con Álvaro Balero, marcaba el inicio de los reality show en nuestra pantalla. Conflictos, pelambres, acuerdos y romances estaban frente a nuestros ojos, haciendo que la novela del británico George Orwell 1984
traspasara los peldaños de la ficción.
Los años pasaron; también las series: La Granja (2005), Pelotón (2007-2010), 1810 (2009) y Año Cero 2011(), eran algunos de los marcos y escenarios que nos mostraban el vivir de hombre y mujer: pleno de situaciones extremas como el amor no correspondido de Edmundo que dejaban en entredicho la especie. Sin embargo, lo que no se advierte es que a partir de la experiencia del joven amante de Camila, nosotros pudimos aprender mediante ensayo y error, a cómo vivir.
Por ejemplo, hoy cuando vemos Mundos Opuestos captamos que hay personas que debiesen apagar su chispa y dejar de consumir aire: que el amor está en todas partes, como cuando Catalina Bono contrae nupcias en 2010 con Francisco Moller, tras su experiencia de Protagonistas de la Fama, o, simplemente, que siempre tras un cara a cara de los que vive Perla, sobreviene el amor.
No sé ustedes, pero –al menos para mí- tras la aparición de estos espacios he podido captar cómo relacionarme: para mi fue impactante dejar de ocupar poleras rojas por temor a ser nominado, o entender que mis amigos de un día a otro podían pasar al otro bando y hacer que perdiese mi trabajo. Pero volvamos al señor Edmundo Varas. Honestamente fue a partir de su accionar en 2008 con Amor Ciego, que entendí cómo desenvolverme con las hijas de Eva. Antes yo utilicé centenar de melodías para atraer su caligrafía, pero al ver su pobre cometer, capté que muchas de ustedes no tienen tiempo ni espacio a pentagramas, que si bien quizás pobres, al menos trataban de entregar amor.
Si desnudo así mis vivencias lo hago para que quién lea observe con mayor detención el trabajo de los editores y advierta que tras cada tiro de cámara podrá dar con fórmulas y mecanismos que le permitirán alcanzar el éxito en cualquier estadio de su existencia. Yo lo hice en el plano de entender a la mujer, pero no sé usted. Mientras dejo una melodía que de seguro enamoró a su destinataria.



Acá la historia de estos programas, al menos en Chile

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